
Por su acción reparadora y reestructurante, el tratamiento reafirmante es un tratamiento antienvejecimiento evolutivo no quirúrgico. Permite tonificar los músculos y el tejido conjuntivo.
El tratamiento reafirmante facial y para el cuello es un tratamiento no invasivo que combina tratamientos con aparatología médica y tratamientos manuales.
Se hace un tratamiento a diferentes niveles que permite acceder de manera profunda, cómoda y segura a la piel para obtener unos resultados óptimos:
• Muscular: para reeducar la musculatura y redefinir el óvalo facial.
• De tejido conjuntivo: estimulando directamente los fibroblastos para aumentar la síntesis de colágeno y elastina que induce la liberación de factores de crecimiento.
• Penetración de sustancias fundamentales para la dermis: proporcionando a la piel una mezcla de aminoácidos, péptidos y otros activos estimulantes de la síntesis de colágeno que promueven la reestructuración tisular.
El tratamiento reafirmante facial permite la aplicación de principios activos mediante un sistema de electroporación y electroforesis que consigue, mediante la aplicación de micropulsos, la penetración masiva de principios activos a nivel dérmico (sin necesidad de utilizar agujas), donde se encuentran los mecanismos reparadores del organismo.
• Tonifica y recupera el tono muscular y dérmico de la cara y el cuello y reeduca y ejercita los músculos faciales
• Reafirma la piel reduciendo las líneas finas y las arrugas (efecto lifting)
• Incrementa la producción de elastina y colágeno
• Aporta sustancias fundamentales a la dermis
• Engrosa la dermis
• Aumenta la irrigación sanguínea
• Mesoterapia reafirmante
• Bioestimulación
• Tratamiento con ácido hialurónico
• Colágeno 360º
• Radiofrecuencia
Para entender el proceso de flacidez de la piel debemos entender la estructura de este órgano. La piel está formada por células que se bañan en una matriz extracelular, una especie de colchón que se mantiene tenso mientras sus componentes son suficientes y sólidos.
La pérdida de firmeza de la piel, derivada de la disminución o debilidad de los tejidos de sostenimiento, como el colágeno, la elastina o las fibras musculares, desencadena una pérdida de tono y de elasticidad de la piel, que da una impresión general de flacidez facial.
La flacidez se acentúa por diversos factores ambientales y subcutáneos asociados al envejecimiento:
• Variaciones drásticas de peso
• Distensiones repetidas de la piel (embarazos)
• Herencia genética
• Enfermedades debilitantes
• Hábitos nutricionales
• Tabaco
• Sedentarismo
• Evolución de la grasa facial
• Envejecimiento de los músculos
• Cambios en la estructura ósea del rostro